Jueves 18 de octubre, 18:30 hrs.
Un marinero gallego –tripulante de un ferry que une Romo en Dinamarca con la isla de Sylt en Alemania– se compró una cámara de video y aprendió a usarla a bordo de su barco durante 1993 y 1994. Años más tarde, el director Xurxo Chirro –que se autodenomina en los créditos “manipulador”– seleccionó el material y lo ordenó con inteligencia, sin alterarlo en lo fundamental. El resultado es muy interesante. Por un lado, el buen humor del improvisado cineasta y la camaradería con sus compañeros son notables, y la travesía del barco es muy atractiva. Por otra parte, la película tiene un interés teórico. Luis Lomba –el camarógrafo– filmó con un conocimiento muy elemental de las posibilidades gramaticales del cine, más o menos como los hermanos Lumière en su día. Es decir, que la película no está pensada desde el montaje, ni desde la eficacia narrativa, sino desde el mero registro, excluyendo de cada toma cualquier alarde de virtuosismo y toda intención metafórica. El sorprendente resultado es que se puede hacer cine así perfectamente y hasta sospechar de que todo lo que vino luego es en cierto sentido una pérdida, como lo afirmaba Henri Langlois.